Vivimos en un contexto de incertidumbre político – económico casi permanente, a nivel local, nacional e internacional, lo cual nos afecta en todas las áreas: física, psicológica y social.
Es decir; al no poder tomar decisiones a corto y largo plazo, se sufre un estrés intenso que afecta nuestro organismo, dejando secuelas muy graves en algunos casos. A nivel emocional, aparecen expresiones como agresión o depresión, y a nivel social existe una gran fragmentación y desencuentros de un sector contra otro, y no un rumbo social en común.
Este informe, publicado en infocop, nos aclara que existen dos marcadores de progreso económico que están íntimamente relacionados: el bienestar mental y el capital mental, definido este último como “la unión entre la habilidad cognitiva, la flexibilidad y eficiencia en el aprendizaje, y la inteligencia emocional, que abarca la resiliencia (o fortaleza ante el estrés) y las habilidades sociales”.
La importancia de asegurar la salud mental en los próximos años
Las sociedades actuales están experimentando una serie de cambios que suponen nuevos retos y necesidades y que amenazan, hoy más que nunca, la salud mental de los ciudadanos. Entre los nuevos desafíos a los que se tienen que hacer frente se encuentran el aumento de la competitividad laboral y el estrés, el incremento de responsabilidades y la sobrecarga derivada del cuidado de niños y ancianos, la ampliación de la esperanza de vida con el consiguiente aumento del riesgo de enfermedades degenerativas, etc.
Según los autores del informe, existen dos marcadores de progreso económico que están íntimamente relacionados: el bienestar mental y el capital mental, definido este último como “la unión entre la habilidad cognitiva, la flexibilidad y eficiencia en el aprendizaje, y la inteligencia emocional, que abarca la resiliencia (o fortaleza ante el estrés) y las habilidades sociales”.
De esta manera, la forma en que las diferentes naciones desarrollan y hacen uso de su capital mental va a incidir directamente no sólo en la prosperidad y en la competitividad económica sino también en la salud mental, el bienestar o la cohesión social de la población.
Así, el capital mental es la pieza angular sobre la que los gobiernos pueden potenciar su progreso económico y social. Algunas de las líneas de acción que se deben impulsar:
- La intervención temprana para tratar las dificultades de aprendizaje en la infancia y evitar las complicaciones posteriores.
- El aprendizaje de técnicas y habilidades para hacer frente al estrés desde los momentos iniciales del desarrollo evolutivo.
- La prevención del deterioro cognitivo en la tercera edad mediante técnicas de estimulación cognitiva.
- La prevención y el tratamiento del consumo de sustancias en jóvenes y adolescentes, ya que afecta a su desarrollo mental.
- El aumento de la vida laboral de los trabajadores en edad de jubilación que deseen seguir trabajando. En esta línea, el informe considera importante que las tecnologías de la información, como el uso de Internet, puedan aplicarse como nuevas técnicas para la prevención del deterioro mental asociado a la edad.
Para hacer frente al aumento de la prevalencia de la depresión, los expertos señalan que “se necesitan urgentemente terapias más eficaces, con diferentes mecanismos de acción y menos efectos secundarios” que los actuales tratamientos farmacológicos. Además, los gobiernos deben apoyar el desarrollo de “intervenciones no farmacológicas y comportamentales” para mejorar el bienestar psicológico de los ciudadanos. Dichos tratamientos psicológicos, señalan los expertos, deben estar destinados tanto a “la prevención y el tratamiento de personas que sufren trastornos mentales y grupos de riesgo”, como a “la mejora del capital mental y el bienestar de todos los miembros de la población”.
Fuente: infocop