Todo se renueva a mi alrededor

Nota publicada en Revista Bella, marzo 2010.  Buscala en los Kioscos.

Comenzamos el año con muchas pilas, cada uno con objetivos diferentes, soñando con hacerlos realidad de la mejor manera: “aprender canto, danza, un idioma, celebrar los 15 de una hija o el título de un hijo, un embarazo esperado que llega, construir la casa”, y siguen los motivos que explican el entusiasmo de muchas personas.

Todos tienen en común poder proyectar, emprender alguna actividad, esperar un resultado, un acontecimiento, lo cual implica realizar acciones para que eso suceda individualmente y junto a la familia.¡Gloria!

Ya están terminando las vacaciones, muchos pudimos descansar, recuperar energías, y empezamos a pensar en llevar a cabo las obligaciones y las actividades que queremos agregar como nuevos logros. Y el entusiasmo disminuye,  de sólo pensar sentimos ansiedad, temor, incertidumbre, ¿Cómo voy a hacer con todo? ¡Es demasiado!

Calma, calma. Que esos miedos no paralicen nuestro andar. Es importante dar los primeros pasos, que son los más difíciles,   que la marcha sea constante, detenerse cuando estemos desorientados y preguntar.  Procurar no entrar en el ritmo acelerado tipo minuto a minuto, sin saber para qué ni adonde queremos ir.

Con la llegada del otoño, cambia el clima, los días son más cortos, las actividades se estructuran más y todo se renueva, desde la ropa, zapatos, maquillaje, carteras hasta la piel y el pelo que al pasar por el sol, la arena, la montaña, cambiaron su aspecto y merecen una atención especial.  Comienzan las clases, revisamos los guardapolvos, compramos nuevos útiles, mochilas, renovamos placares de los chicos, contratamos transporte.

Cuidamos que todo esté en perfectas condiciones para tener una buena imagen.

Junto a todo esto, los invito a renovar poco a poco y de manera constante lo que “no es tan visible a los ojos” como la caída de las hojas y sus cambios de colores.

A rescatar costumbres que se llevó el miedo “a que nos pase algo”, como salidas a plazas. A tener en cuenta a nuestra nación más allá de los actos escolares, a practicar la fe más allá de ir el domingo a misa, a ser solidarios más allá de la emergencia, a pensar la terapia para mejorar como personas, más allá de eliminar síntomas, a terminar las guerras erradicando el odio más allá de eliminar las armas.

Examinemos nuestra mente y nuestro espíritu,  limpiemos los resentimientos, enojos, celos, todo aquello que acarreamos del pasado y hagamos lugar a tener gratitud, honestidad,  compasión, paciencia, cuidar la naturaleza y priorizar ante todo estar en familia.

Esta lista interminable de buenas acciones nos alivian de las obligaciones  y nos llenan de esperanzas.

No se trata de quejarnos de este mundo sino de crear un mundo diferente.

Debemos esmerarnos en cada trimestre para que al finalizar el año podamos cantar ¡Victoria! Sean eternos los laureles, que supimos conseguir…  coronados de gloria vivamos, o juremos con gloria morir…

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