“Tradición espiritual y ciencia van de la mano”
Creemos que ocupándonos de varias cosas a la vez, tenemos el control y podemos cambiar lo que nos causa malestar.
Paradógicamente, si logramos concentrarnos sólo en una cosa a la vez, en el presente… mejoramos armónicamente por dentro y por fuera.
Beatriz propone actualizar estas técnicas, y cultivar el espíritu para ver mejoras reflejadas cientificamente 🙂
Mindfullness significa aprender a prestarnos atención todo el tiempo. En psicología se utiliza cada vez más. Nacida de prácticas orientales sirve para alejarnos del estrés y sentirnos bien con nosotros mismos, y así poder transmitir estados de ánimo positivos, que sin duda mejorarán nuestras interacciones y el mundo relacional familiar, laboral, escolar, social.
Esta herramienta surge de un científico estadounidense Jon Kavat Zin, médico en biología molecular, quien comienza a investigar en el campo de la psiconeuroinmunoendocrinología, en la década del 70, para ayudar a pacientes con diagnósticos difíciles, y a los cuales los tratamientos convencionales no habían logrado mejorar.
La palabra mindfullness, no tiene una traducción literal, podría entenderse como atención plena estar presente mentalmente. Es un entrenamiento para la práctica de meditación, es el entrenamiento de la atención consciente.
Es en esencia aprender a ” prestarnos atención todo el tiempo”, ya que nuestra mente la mayor parte del tiempo se mueve en un ir y venir, entre el pasado y el futuro, rechazando, o apegándose a lo que vive, en un momento determinado. De esa manera se aleja de lo que le sucede en el presente y no se permite “fluir” en él.
Nadie puede ser más experto en la propia vida, y en su persona, que cada uno mismo en particular.
Elegir donde quiero apoyar mi atención permite focalizarla o expandirla.
Para lograrlo, nos apoyamos en las sensaciones del cuerpo, o en una postura, por ej. estiramiento, o poner foco en la respiración, sin necesidad de cambiar su ritmo, solo prestarle atención, y automáticamente el diafragma se reubica, activando el sistema parasimpático, que permite nuestra relajación.
Durante el desarrollo de un congreso de Psicología Positiva, se aplicó para lograr mayor atención y momentos de relax.
Varios estudios científicos, comprueban que la práctica frecuente de la meditación produce efectos denominados “neuroplasticidad cerebral”, activando el área prefrontal izquierda, que se asocia a las emociones positivas, y a una mayor predisposición al entorno.
Mejora inmunológicamente al ser humano, incrementa la tolerancia al dolor, ayuda a contrarrestar emfermedades crónicas, prepara a afrontar situaciones estrés, y en algunos casos se pudo probar que reduce el consumo de ansiolíticos, analgésicos y antidepresivos, debido a la disminución de síntomas como la ansiedad y la depresión.
Finalmente aprender a meditar, es aprender a controlar el impacto cerebral.
En el Congreso de MENTE, CUERPO Y ESPÍRITU, organizado por la Asociación Sistémica de Buenos Aires, en el 2009, y al interior de enfoques interdisciplinarios e integrativos, se hizo mucho hincapié en estas prácticas alternativas, que tienen que ver con las mencionadas dimensiones.
Aprender a tomarse un tiempo por día, ayuda a balancear las demandas y las repuestas sociales, de manera presente, y no de manera automática. Algunas personas cuentan que esta práctica las tranquiliza, en la crianza de los hijos, en la pareja y otras relaciones dentro y fuera de la familia. Cualquier persona es capaz de estar presente y prestar atención a las cosas tal cual son.
Es una forma de estar en cada acto de nuestras vidas, y solo a través de ella puede transferirse a otras personas. Compromiso y Dedicación, son los pilares sobre los que debe sostenerse esta práctica.
Lic Beatriz Cruces
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