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Psicología Integral en Córdoba

El EMBARAZO es un fenómeno normal, esperable en la vida humana. Sabemos que durante el embarazo coexisten varios protagonistas: la mujer, el hombre, la familia, el deseo, el momento de la vida…Hoy me interesa que detengamos la mirada exclusivamente en la MUJER. 

Para SER MADRE se necesita ser mujer, pues es un atributo femenino albergar un hijo. No obstante, no es un requisito excluyente. Cada embarazo es único, es diferente. Hay una complejidad que abraza al embarazo y a la maternidad desde el principio. 
A partir del momento en que se confirma el embarazo se pone en marcha una nueva etapa para la vida dela mujer. Mientras nuestro cuerpo va transformándose se disparan, casi impredeciblemente, nuevas emociones y sorprendentes adaptaciones en el escenario en el que habitualmente nos movemos. 
El embarazo proyecta nuevas responsabilidades, nueva escala de prioridades, nuevos valores, nuevos hábitos que empiezan a movilizar a una mujer que aún no se sabe madre, en el caso de la primigesta, y a una mujer que busca reafirmar y fortalecer su rol materno, en el caso de la multigesta.
Maternidad es un encuentro con la vida, con el dar vida y con el darse a la vida. Y es ese encuentro lo que nos impulsa a considerar a la maternidad como un proceso transformador colmado de vivencias. Vivir significa sentir, ser parte de algo, mantener una función activa mientras la experiencia acontece.

Vivir es experimentar. Embarazo es vivir cambios. La maternidad es una experiencia de cambios. 
La noticia del embarazo encuentra a la mujer con una sensación ambivalente de felicidad y de miedo. Vemos a las embarazadas más sensibles que nunca y cada una de ellas manifiesta sus ansiedades y temores según su propia historia. 
Por naturaleza, los embarazos requieren de un tiempo de espera. Este tiempo a su vez nos proporciona una posibilidad de prepararnos para amortiguar la metamorfosis inherente al embarazo.

En el primer trimestre aparecen los signos por todos conocidos. Nuestro cuerpo está cambiando de lugar, de forma, se acomoda para construir un nido interior en el que se alberga una vida, la de nuestro hijo. A veces los signos pueden tener una predisposición de una índole distinta a la biológica. Escuchemos y observemos nuestros signos en el embarazo. Pueden ser señales valiosas que comunican sobre la necesidad de ser comprendidas, de ser entendidas, de sentirnos ayudadas en este momento esperable pero desconocido que caracteriza al embarazo. Nos permitamos la adaptación a los cambios respetando lo que estamos viviendo.

Además, una embarazada atraviesa la coyuntura de convertirse en madre. El deseo de ser madre se combina con el deseo de tener un hijo. Estos deseos se han puesto en movimiento en nuestra historia de vida de muchas maneras sin darnos cuenta: desde el juego con la muñeca, el cuidado de un hermano, un primo o un vecino. Hemos fantaseado ser madres y cuidar hijos más de lo que creemos. Por eso no existen los hijos no deseados. Sin embargo, están los hijos que se adelantan en el tiempo. Lo que puede encontrarnos con otras contradicciones. No olvidemos que contamos con nuestra plasticidad para acomodarnos a una situación inesperada. Nos permitamos aceptar que las cosas no son siempre como las hemos planeado.

Mientras acompañamos el crecimiento y desarrollo de nuestro bebé, empezamos a hablar de los proyectos. Nuestras expectativas están a flor de piel. Sobrevienen una infinita gama de representaciones de lo que puede significarnos ese hijo. Es el momento para mirar diferente: tengamos presente que este bebé en crecimiento es un ser único, singular, diferente, es otro distinto que va a construirse en este mundo humanizado. Es una prolongación de nosotros pero al mismo tiempo es otro ser humano que requiere de nuestros cuidados. Nos permitamos sorprendernos por las diferencias.

Cuando los nueve meses se van acercando y estamos próximos a la recta final de esta espera, es el momento para pensar en la parentalidad y crianza responsable. Cada embarazo puede revivir las relaciones que se mantuvieron en la infancia. Nos animamos a imaginar cómo llegamos a nuestra familia. Se nos renuevala infancia. Reproducimos y recreamos cómo fuimos cuidados, educados, amados, qué niños fuimos. Empezamos a mirar como padres y evaluamos qué aspectos podemos elegir y qué aspectos nos animamos a rechazar de los modelos de crianza que tenemos incorporados.

Embarcadas en ese reencuentro, el embarazo nos sorprende con una posibilidad real: la posibilidad de APRENDER A SER MADRE y la de construir una familia. Nos permitamos descubrir nuevas facetas en nosotras mismas y en el mundo que nos rodea para construirnos como madre y comprender la manera particular de estar embarazada y de ser la madre que realmente podemos ser.

 Como cada embarazo se presenta en momentos especiales y en momentos distintos en la vida de una mujer, el mejor consejo para la espera es el AFECTO. Por suerte, hay una variada gama y distintas formas de dar y recibir afecto así como hay una diversidad de formas de construirse como madre.

Por eso una mujer embarazada, es un ser generoso con su paciencia, su entrega, su perdón, su compañía, su amor, su protección, su cuidado y su sostén. Es el continente de un ser humano aún indefenso que necesita que lo contengan… Casi inadmisible no estar sensibles… 

Verónica Barbieri –  Lic. en Psicología – M.P. 7093

 Miembro del Equipo “Múltiples Miradas”

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