El poder de las palabras



En el post anterior, les comentaba entusiasmada que este blog cumple 5 años, y hoy, comparto la felicidad de cumplir 3 años construyendo Múltiples Miradas, un proyecto que incluye brindarles conocimientos y pensamientos a través de este medio de comunicación, atención personalizada en los consultorios, charlas  psicoeducativas y de prevención, y que, con diferentes temas llega a tu lugar de trabajo, a tu grupo de estudio, y se extiende a múltiples lugares, intercambiando artículos,  inquietudes, experiencias.   Conformamos el equipo, colegas con diversas  corrientes de la psicología, ideologías políticas, religiones, hábitos y costumbres, nutriéndonos y nutriéndolos con esas diferencias 🙂

Es un orgullo enviarles un artículo de mi querida colega Eliana Re, con quien estamos  trabajando juntas desde los comienzos de Múltiples Miradas, y es testigo de mis declaraciones, mis anhelos, y me acompaña fielmente a seguir adelante, atravesando todos los cambios, adaptándonos a las necesidades profesionales particulares.

Eliana, es parte de las ideas,  del proceso y de muchos de los resultados que estamos viviendo, es quien me apoya con su escucha, con sus aportes prácticos, su calidez, franqueza y solidaridad.

Es una persona clave en mi vida, porque confió en mis sueños, en lo que veníamos soñando y haciendo con Beatriz  y viene  entregando  incondicionalmente lo que sabe, lo que tiene, lo que puede.   Hoy somos grandes amigas y compartimos miradas, muchas veces, con asombrosas similitudes. ¡Gracias Eliana!

Hoy también quiero agradecer a todo el equipo por la pasión, el compromiso y la compasión con que trabajan, es un verdadero placer haberlas encontrado, son relaciones que atesoro, y que van mucho más allá de lo profesional.

Les agradezco enormemente el cumpleaños maravilloso que me organizaron, fue una hermosa sorpresa, me conmovieron, me hicieron vivir un momento muy muy feliz. ¡GRACIAS! ¡MUCHAS GRACIAS!

Los dejo con estas sencillas y muy profundas reflexiones:

El Poder de las Palabras*

Prestemos atención a las cosas que pronunciamos a diario, aquello que declaramos con nuestra boca transforma y nos transforma.

Si lo que vamos a decir a nuestro compañero de trabajo, nuestra pareja, nuestro amigo, nuestros hijos, a nuestros padres o incluso a nosotros mismos, no genera un valor agregado en esa persona entonces optemos por el maravilloso silencio…

La capacidad de comunicarnos entre nosotros por medio de la palabra nos hace dichosos al poder expresar nuestras necesidades, aprender y transmitir experiencia, vincularnos con otro, compartir emociones, etc.

Pero cuando hacemos un mal uso de las palabras a través de la vulgaridad, de los insultos, de las críticas, generamos un clima de tensión y negatividad… si intentamos ver lo positivo en el otro y en nosotros con sinceridad, el clima que generamos será más óptimo para desarrollar cualquier tarea, incluso para potenciarnos.

Si una persona en su hablar es negativa y critica todo, eso sin duda influirá en su salud emocional y física.

Muchas veces es más fácil ver el problema afuera y culpar a otros… la pregunta es ¿Qué estoy haciendo yo para que esta situación sea como es? ¿Qué estoy aportando desde mis palabras y mis acciones?

Saludar cuando llegamos al trabajo o cuando nos vamos, lo mismo cuando llegamos o nos vamos de nuestra casa,  implica reconocer que el otro está ahí ocupando un lugar, implica reconocer que la otra persona no nos es indiferente. El saludo implica reconocernos.

Solemos decir cosas positivas o negativas y eso tendrá un resultado… pero también solemos callar muchas cosas. Callamos por miedo a “qué pensarán de mí si digo tal cosa”, callamos por cuidar al otro “cómo le voy a decir que es…”, y a veces callamos porque estamos enojados y no sabemos como expresar nuestro enojo… callamos por miedo, por vergüenza, por resentimiento.

El callar nos lleva a reprimir emociones, que tarde o temprano se localizarán en alguna zona de nuestro cuerpo generándonos malestar…

El hablar siempre es liberador, siempre y cuando usemos las palabras adecuadas, elijamos el momento oportuno y el lugar donde vamos a decir lo que queremos decir…

Cuidémonos unos a otros a través de palabras positivas, de reconocimiento, de agradecimiento, incluso marcando las cosas que no nos gustan de la otra persona, pero con el respeto que el otro se merece.

 “El que habla sin pensar hiere como un cuchillo, pero el que habla sabiamente sabe sanar la herida”. Proverbio 12:18.

 Lic. Eliana Re   – M.P. 5556  –  Jóvenes – Adultos – Parejas – Terapeuta  Sistémica –  Coaching Ontológico.  eliana.re@gmail.com
 

*Este artículo fue publicado en el boletín de febrero/ marzo para una empresa con la que la Lic. Eliana Re trabaja como coach empresarial y asesora en recursos humanos.

Bibliografía consultada: El Poder destructor de la crítica. Gustavo Jamut . Ed San Pablo.

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