Es necesario que las Familias del Siglo XXI reflexionemos sobre lo que está ocurriendo en la relación padres-hijos en su dimensión educativa.
Los niños tienen derecho a la vida, a una identidad, a una familia, a una educación, a la salud, a no ser maltratados, etc. contemplados en Convención de la ONU en 1989. Las obligaciones y los deberes deben ser inculcados por los adultos que son los responsables de su desarrollo y de proporcionarles una formación integral.
El problema surge cuando la función de los padres de Proteger, se torna en Des proteger: cuando a un niño no sabemos decirle “NO”; cuando en vez de ejercer de padres ejercemos de amigos; cuando confundimos el diálogo, el afecto, la comunicación y la necesaria disciplina, con pedirles “permiso” para todo lo que se refiere a decisiones sobre su crianza y educación; cuando sus deseos se vuelven órdenes; cuando en vez de regalarles tiempo, jugar con ellos, compartir espacios de ocio o de diálogo, estamos ausentes y en compensación les regalamos celulares, videojuegos, etc. Es entonces cuando los convertimos en unos “tiranos” y los padres pasan a ser “esclavos de sus hijos”.
Muchas veces culpamos a la escuela, medios de comunicación social, iglesia, comunidad, que si bien tienen una “Co – responsabilidad en la tarea educativa”, debemos interactuar con esas instituciones.
Si no ponemos los límites y pautas en el hogar, dejamos expuestos a los niños y jóvenes a que en la sociedad encuentren hostilidad y normas que les resulten dificil acatar.
Debemos plantearnos ¿que temores tenemos? ¿Que pasaría si nos ponemos más como referentes adultos y marcamos una generación dando buenos ejemplos y no tratando de ser iguales a ellos?
“Actuar en conjunto es la clave”
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