Con cada hijo, nace una mamá

Con cierta frecuencia escucho expresiones referidas a  diagnósticos psicológicos o términos que se han popularizado y se repiten sin conocer en profundidad su significado.  Por ejemplo:  Patricia, (protagonista de la novela “Graduados” que seguimos millones de argentinos) tuvo un bebé,  su amiga psiquiatra  le habló de “Depresión post parto:”  de qué se trata, qué  hacer , cómo contener. 

En esta oportunidad, quien escribe es una colega cordobesa,  a quien conozco por las redes sociales y seguramente, pronto conoceré en persona, la Lic. María del Carmen González Grané, que me envió una serie de notas muy interesantes, y a quien agradezco su generosidad y le deseo que siga teniendo este talento de escribir y compartir para enriquecer este espacio y mucho más… enriquecer y alimentar con su sabiduría la vida de miles de personas 🙂

 Maternidad: ¿tristeza o depresión post-parto?*

El embarazo y la crianza de un hijo son momentos  altamente movilizantes para una mujer, pasa de tener focalizada su atención en sí misma y en lo que la rodea, para pasar a ser una persona “maternante”, cuidadora de un otro, totalmente dependiente de que le provean todos los cuidados básicos que garanticen su subsistencia.

Los nueve meses que dura un embarazo despiertan en la mujer sentimientos, emociones, sensaciones absolutamente nuevas, distintas y diferentes; es por ello un tiempo muy significativo para la vida de una mujer y de quienes la rodean. Como punto culmine de la gestación se da el nacimiento,  en el cual esta mamá no sólo pone su cuerpo, sino toda su emoción en este pasaje de ser uno a ser dos.

Para todas las mujeres los nacimientos no tienen las mismas cualidades emocionales, para unas serán un momento de felicidad plena, para otras un paso más, habrá otras que no experimenten sentimientos o sensaciones positivos. Depende de muchos factores: el deseo de cuidar efectivamente de ese bebé, en qué contexto personal y familiar nace, e incluso si estuvo o no presente el deseo de su concepción.

Pasado el nacimiento viene un tiempo que se conoce como “Puerperio” o Postparto que es el tiempo en el cual fisiológicamente hablando, el cuerpo de la mujer iniciará los cambios necesarios para volver al estado físico anterior al embarazo, se da lo que se llama “involución hacia el estado anterior”, se suceden una  a una modificaciones fisiológicas que lenta y progresivamente van llevando a recuperase físicamente.

Asimismo, emocionalmente, también hay cambios y modificaciones, esta mujer  ahora madre, lo puede ver, tocar, sentir, interactuar con él. Esto forma parte de lo que se conoce como puerperio emocional, en el cual aparecerán un cúmulo de fantasías, expectativas, ansiedades, miedos, necesidades y deseos. Las mamás necesitan estar en otra sintonía emocional para poder entrar en comunicación con sus pequeños hijos. Psicológicamente una mujer puede reaccionar de manera sana y funcional para su salud emocional o, por el contrario, manifestar conductas disfuncionales y patológicas.

Transcurre entre el nacimiento de un bebé hasta los dos años aproximadamente, momento en el que  los niños inician su propio proceso de “separación e individuación” y sus necesidades son por lo tanto diferentes. Claro está que hay cierta progresión en este tiempo, y las emociones experimentadas en las primeras semanas luego del parto, no serás las mismas a medida que ese pequeño vaya creciendo.

Es común ver  que una mujer luego de dar a luz está triste o llora, es lo que se conoce como “Tristeza post parto,” es natural, normal e incluso esperable que luego de nueve meses de gestación, de haber sentido a ese bebé crecer y sus movimientos e interactuado de manera casi exclusiva con él,  se sienta un poco triste al vivenciar que de alguna manera pierde éste tipo de vínculo simbiótico que tenía con su hijo mientras estaba en su vientre. Luego del nacimiento, la mamá necesita adecuarse a la nueva situación.

Vale y Sebastián

Ya hablamos sobre el puerperio y todos los sentimientos  que en él se desencadenan, además se suman las presiones del entorno, el retorno a la vida laboral, la atención de los otros hijos si los hubiese, las demandas de la pareja, sus propias necesidades internas y particulares, sumados a los cambios en la fisiología, adecuarse al su nuevo esquema corporal, el no tener la panza y extrañarla, manifestar irritabilidad, entre otros factores; todo lo cual puede sin lugar a dudas despertar sentimientos de angustia.

Son cambios en el estado de ánimo, absolutamente esperables y que no durarán más de algunas semanas luego del parto. Y acá la contención física y emocional resulta de vital importancia.

La mamá puede tener episodios de llanto, mal humor, ambivalencia emocional, aislamiento o retraimiento. No obstante, los mismos durarán solo hasta que lenta y progresivamente se vaya encontrando el equilibrio óptimo para poner en marcha todo el mecanismo personal y familiar necesario para la crianza de un hijo.

Pero,  lo que no es esperable que suceda, es lo que se conoce como “Depresión post parto”. Estos trastornos psicológicos pueden ser temporales, esporádicos o permanentes y resultar dificultosa su remisión si no son diagnosticados a tiempo y sin un tratamiento idóneo.

La psicoterapeuta  Laura Gutman aclara que “para que se instale una franca depresión se necesita una fragilidad psicológica previa al parto.” Los factores que pueden provocar un episodio depresivo pueden ser hormonales, bioquímicos, psicológicos, contextuales e incluso genéticos.

¿Cómo nos damos cuenta de que una mujer manifiesta síntomas depresivos?

  • Ensimismamiento
  • Abulia (falta de voluntad o iniciativa)
  • Anomia (por ejemplo en la imposibilidad de reconocer las cosas por su nombre)
  • Rumiación obsesiva (dice constantemente una misma idea)
  • Conductas obsesivas
  • Manifestaciones de agorafobias (miedo a los lugares donde no se puede recibir ayuda ante una crisis)
  • Ansiedad
  • Episodios de llanto diarios, constantes y prolongados.
  • Descuido por el propio cuidado y el del hijo
  • Retraimiento
  • Ausencia del deseo del contacto social, o por el contrario, exceso de contacto social, dejando al hijo bajo el cuidado de otros todo el tiempo, ya que no puede vincularse desde el lado se sentirse madre proveedora de cuidados.
  • Cambios repentinos de humor
  • Falta de concentración
  • Ausencia en la motivación para realizar actividades

Saber que la tristeza es normal y esperable, y que la depresión es un complejo cuadro sintomático de una seria psicopatología, es fundamental para realizar un adecuado diagnóstico, atención y contención.

Pao e Isabella

Abordar estos temas disipa dudas, aclara y tranquiliza, siempre y cuando obviamente sean expuestos con claridad para evitar ansiedades o miedos infundados.

Como en todos los casos lo principal es la prevención y actuar a tiempo. El diálogo es fundamental, porque será por medio de la interacción fluida que el entorno empezará a observar si algo amerita una consulta, o si simplemente se trata de tiempo, paciencia, contención y soporte físico y emocional.

Antes que poner los síntomas en las personas, miremos a las personas, observemos sus particularidades, los seres humanos no somos estadísticas, ni libros, ni generalidades… aprendamos entre todos a ver más allá de lo que nos muestran nuestros ojos.

“Vínculo”, ese es un buen punto de partida, accionar, un diagnóstico a tiempo y un oportuno tratamiento garantizan mejores pautas de salud física y emocional, optimizando así la calidad de vida.

 *María del Carmen González Grané – Lic. en Psicología M. P. A 6351 – Córdoba – mariagrane@hotmail.com

¡Muchas Gracias Colega!

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