Gracias a Beatriz por este excelente aporte… 🙂  a deleitarse!
¿Quién  no piensa en proyectos?:  sólo los que no sueñan de verdad.
Un viaje, una pareja, una carrera profesional, un negocio… todo lo imaginable puede llegar a concretarse pero entre el pensamiento, y su concreción hay un camino que se extenderá al interior de un proceso. Dependerá de las personas y de su “poder de decisión”.
Pero ¿qué elementos intervienen en ese “poder”?  Las ansiedades en su mayor o menor intensidad, las dudas en sus distintas y específicas preguntas, las inseguridades movilizadas por experiencias anteriores, las opiniones externas, etc.
Un sin fin de justificaciones que necesitamos para que nuestro proyecto sea creíble hacia fuera y hacia adentro, y en ese camino aparecerán los “miedos”.
Los miedos ¿por qué?… nos preguntamos, ¡Porque hasta el más valiente tiene miedo!

Los miedos son señales, buenas y positivas de protección. Sólo los miedos irracionales pueden inmovilizarnos, por ej: aquéllos que se dirigen a un objeto sin fundamento para que nos produzca miedo.  Ese miedo paraliza y cuando no se controla se convierte en tóxico.

Pero cuando estamos frente a una amenaza, su percepción nos angustia, entonces es ahí donde debemos acudir a aquello que conocemos del tema en cuestión para resolver el miedo espécifico.

Contar con los conocimientos y los recursos es una manera sabia de responder a las “dudas” que generan esos miedos.

Una vez leí un ejemplo al respecto, el cual ilustra ampliamente   lo antedicho: Conducir a 300 km por hora puede resultar terrorífico para la mayoría de nosotros, pero no lo es para un corredor de fórmula 1.

Dijo Madame Curie, “ dejamos de temer aquello que empezamos a conocer”.

En términos generales decimos que los miedos se alimentan de sí mismos, funcionan de manera circular.

El miedo al riesgo surge de la palabra “cuidate” cuando erámos pequeños  nos decían: “ten cuidado” para nada nos decían “arriesgate”… por lo tanto los miedos tienen un origen y debemos trabajarlo.

Cuando empezamos con la idea de un proyecto, nuestra mente empieza  a funcionar: podemos imaginar lo peor –sindrome del juicio final- o podemos imaginar lo mejor.  La imaginación da rienda suelta a muchas ideas: ¿qué pasa si me sale mal? – ¿qué pasa si me “empantano” en mi desconocimiento? ¿Qué pasa si no me siguen? Y muchos “que pasa” más: todas dudas, todas preguntas a resolver antes, durante y después.

Permitirnos salir del circuito del miedo, es pasar de lo “peor que pueda suceder” al “que si sucede conviene” y convencernos que el miedo a lo desconocido, solo es miedo a perder “lo conocido”. Entonces el miedo puede ser un factor de parálisis, de aceleración, y estos dos sentimientos nos pueden llevar a un lugar equivocado, entrando en su círculo.

Y en ese círculo juega un rol importante “el primer recuerdo” y ese primer recuerdo será de freno o de aceleración: si tu miedo fue originado en haber hecho malos negocios, o experiencias cercanas así te lo demostraron, tu “primer recuerdo” será:  sí pero a mi me engañaron, a mis padres los estafaron, debo tener cuidado, mmm ….no sé… ¿qué hago?

Si hubo malas experiencias de parejas, aparecerá ese “primer recuerdo” que nos hará huir de la situación, desconfiar…etc. Entonces el miedo a perder lo que tenemos, es fruto de una ilusión de que “tenemos lo que tenemos”.

La imaginación podemos utilizarla a favor o en contra del miedo.  Si hacemos alianza con ella, seremos libre pensadores, de lo contrario el círculo del miedo nos atrapará en su parálisis y estancamiento, alejándonos de la sana alegría, del pensar positivo y de la esperanza de cambio.

El mejor recurso para vencer los miedos es el de alejarse del “ignorar” y acercarse al “conocer” y saber que toda NUEVA ELECCION IMPLICA UN RIESGO.

Riesgo que se puede asumir con cuidado y desde las múltiples miradas de todos sus flancos: pensar-decir-actuar desde aproximaciones sucesivas con sentido de realidad.

Soltar los miedos, dice una canción. Porque de todo aquello que no podemos soltar, somos sus esclavos.

Lic. Beatriz Cruces