La familia: concepto, tipos, crisis, terapia

Minuchin y Fishman (1985) describen a la familia como el grupo natural que elabora pautas de interacción en el tiempo y que tiende a la conservación y la evolución. Es el grupo celular de la sociedad, una institución que ha existido a lo largo de la historia, ha compartido siempre las mismas funciones entre ellas la crianza de los hijos, la supervivencia y la común unión de los miembros de ésta. No es una entidad estática sino que está en un cambio continuo igual que sus contextos sociales.

La familia es el marco que contiene a los miembros que crecen en ella. Se la concibe como un sistema abierto, como una totalidad. Cada uno de los miembros está íntimamente relacionado y, por lo tanto, la conducta de cada uno influirá en los demás.

La familia se subdivide en sub-sistemas. Estos, a su vez, se agrupan de acuerdo a la relación que mantienen entre sí.
Las relaciones que se establecen en la familia son:

    • Simétricas: aquellas en las que se actúa de manera igualitaria. Por ejemplo, el sub-sistema de los hermanos o el subsistema marido-mujer.
  • Complementarias: aquellas en las que hay asimetría en la relación. Por ejemplo, las relaciones madre-hijo.

Los conflictos y los cambios forman parte de la vida familiar. Cada familia se transforma con el correr del tiempo y debe adaptarse y reestructurarse para seguir desarrollándose.

Pero siempre existe cierta fuerza llamada “homeostasis” que dificulta el cambio. La homeostasis es la tendencia de la familia a permanecer igual, a no cambiar. A su vez, también existe la “morfostasis” que es la que posibilita el cambio, es decir, permite que la familia se adapte a nuevas situaciones.

La familia puede identificar a uno de sus miembros como “el que causa el conflicto”, al que se suele señalar como “el portador del síntoma”. Este suele ser el más vulnerable. En la terapia familiar se lo denominará paciente identificado o chivo emisario.

Tipos de familiaExisten 4 grupos familiares distintos. Una misma familia puede poseer características de más de un tipo (familias mixtas).

  • Familias aglutinadas: Éstas familias tienen dificultad de discriminación e individuación, debido a que suelen formarse en un conjunto de individuos poco diferenciados. El rol materno es exagerado y privilegian las normas maternas, mientras que el paterno está debilitado. Se privilegian los lazos afectivos, que ahogan a los miembros de la familia. Tienen una ideología de la vida tipo clan, viven lo nuevo como extraño porque para estas familias lo nuevo crea violencia. En este tipo de sistemas existe poca sensibilidad social.
  • Familias uniformadas: Tienen una tendencia a la individuación y rige un absolutismo del rol paterno a través de un sometimiento a una identidad personal que suele uniformar al resto. La interacción que prevalece es rígida, estereotipada e insatisfactoria, porque es impuesta. Se observa cierta incomunicación con los hijos adolescentes. La ideología que prevalece es la de “exigirse para diferenciarse”.
  • Familias aisladas: Predominan las individualidades (como entes aislados, distantes y rígidos). Hay cierto estancamiento en la identidad grupal y un consecuente deterioro de la identidad grupal. Cada uno hace su vida. Las normas y los valores pierden importancia. Los mensajes no tiene un contenido afectivo. La ideología que prevalece es: “Hacé tu vida, no te metas en lo ajeno”.
  • Familias integradas: Son familias estables, con flexibilidad en los roles. Son capaces de contener y afrontar los problemas que surgen sin expulsarlos o reprimirlos (como lo hacen las familias uniformadas), sin negarlos (como lo hacen las familias aglutinadas), sin inhibirlos (familias aisladas). Los roles no son fijos, puede haber un cambio si es necesario. La capacidad reflexiva y la carga emocional regulada por el grupo permiten un diálogo transformador. Da gran importancia al papel de cada miembro en el funcionamiento del grupo como un todo. Está dispuesta a transformar lo establecido.

Tipos de conflictos

A pesar de que cada crisis es única, se las puede dividir en 4 tipos diferentes. Si bien se separan en categorías pueden aparecer superpuestas.

  • Crisis de evolución o del ciclo vital: Es inevitable una crisis en cada etapa vital. Son los conflictos más esperados y universales, pero que requieren de cambios dentro del sistema familiar. Algunos de estos cambios pueden ser repentinos o dramáticos y otros leves y graduales. Son crisis reales, y deberían ser manifiestas. Están determinadas social o biológicamente. No se pueden prevenir. Los problemas aparecen cuando la familia intenta impedir las crisis, en lugar de definirla y adaptarse; o cuando intentan que sean detenidas o que se produzcan en forma prematura. Algunos ejemplos son: jubilación, matrimonio de uno de los hijos, entrada en la pubertad, vejez.
  • Crisis externas: Son sucesos inesperados. Son las más simples. El gran peligro aparece cuando se buscan culpables y se comienza a pensar en lo que se podría haber hecho para evitar la crisis en lugar de tratar de adaptarse a la situación. Algunos ejemplos son: pérdida repentina del empleo, muerte imprevista de un miembro, un accidente.
  • Crisis estructurales: Son las más complicadas. Hay crisis reiteradas (la familia repite antiguas crisis). Lo más factible es que la tensión surja de fuerzas encubiertas e internas. Estos conflictos tratan de evitar que se produzca un cambio. Por ejemplo: familias con miembros violentos, alcohólicos, con un miembro que tiene reiterados intentos de suicidio.
  • Crisis de atención: Se presenta en familias con uno o más miembros desvalidos o dependientes. Este miembro mantiene a toda la familia aferrada con sus reclamos de cuidado y atención. La crisis más graves se presentan cuando se requiere una ayuda tan especializada que no se puede sustituir la labor en caso de ser necesario. Por ejemplo si no viene la enfermera alguien debería ausentarse de su trabajo (la tensión es generalmente externa). Ejemplos de estas de estas crisis involucran a personas que dependen de algo externo para su sostén económico, o las que dependen de personas externas para el cuidado de uno de los miembros, etc.

El conflicto es menos problemático si es manifiesto, ya que la familia puede recurrir a personas externas e incluso unirse para recibir ayuda. Si es oculto nadie se entera y resulta más difícil su solución.

Si la tensión es habitual (siempre sucede lo mismo), puede resultar ser molesta, más que preocupar a la familia. Por ejemplo, cuando un miembro que se alcoholiza a diario.
Las familias que identifican la tensión como proveniente desde afuera son familias en las que nadie acepta la responsabilidad del cambio.

Obstáculos que dificultan el cambio

Es difícil que la familia reconozca los obstáculos que les impiden avanzar, debido a que suelen estar encubiertos. Estos obstáculos serán expuestos en la terapia, y es el terapeuta quien se los remarcará.

Algunos obstáculos aparecen:

  • En la comunicación: secretos familiares (cuestiones encubiertas dentro de la familia que pueden o no ser explícitas). En estas familias no está aprobado expresarse abiertamente y hablar de “ciertas cosas”, palabras o cuestiones que no pueden ni siquiera ser mencionadas.
  • En la intimidad: Es importante que los miembros de la familia sepan que las conductas que realizan influirán a otros. En estos casos son frecuentes las coaliciones, alianzas, madres que sofocan a sus hijos, y todo tipo de relaciones que dificulten el cambio.
  • En los roles: Cada familia asigna roles a sus miembros (que determinar quién hace qué). Lo disfuncional es la rigidez en la asignación de estos roles. Es decir, por ejemplo, si el hombre y la mujer cocina, y alguno de los dos llega a tener algún inconveniente el otro podrá reemplazarlo (por considerar que desempeñar el rol del otro no es apropiado), así aparecerá el conflicto. Otro obstáculo son los roles que no son tenidos en cuenta. Por ejemplo, nadie lava los platos y el conflicto aparece cuando ya no hay más platos limpios, o cuando la pileta rebalsa de vajilla sucia. Hay familias que otorgan cierta susceptibilidad a uno de sus miembros, y sólo esa persona es vista como portador del problema, creyendo que si se logra cambiarlo desaparecerá el conflicto.
  • En las reglas: Las reglas son las que prohiben hacer determinadas cosas. Y son disfuncionales cuando se rigidizan y se vuelven intolerantes.
  • En los objetivos: Cuando la familia se propone metas que rara vez son alcanzables. Por ejemplo, cuando la familia pretende s que su único hijo estudie en una universidad prestigiosa y exigente académicamente. Pero ¿Qué pasa si éste no lo logra? Estar en contra del divorcio y tener que enfrentarse a esta situación puede ser catastrófico.
  • En la historia de la familia: Aparecen cuestiones que no han sido resueltas. Y se escuchan frases como la de “María nunca…” o “Juan siempre…”. Pero, por supuesto, cada miembro va a tener su propia versión de los hechos que muchas veces puede no coincidir con la de los demás.

¿Cómo superar las crisis?

Un conflicto puede derrumbar a una familia, pero también puede emerger de la crisis fortalecida y con mayores recursos. Esto dependerá de la para capacidad enfrentarla y de reponerse de ella. La autora Froma Walsh (1998), propone, el concepto de “resiliencia” para explicar esto. Este hace alusión a la manera en que una familia se prepara para hacer frente al conflicto.

Las comunicaciones que surgen dentro de la familia, su organización, los recursos y limitaciones con los que cuenta, la forma habitual de resolver los problemas, los sistemas de creencias que la rigen, van a influir en el modo en que ésta enfrente la crisis.
Es fundamental que los miembros colaboren entre sí y que se tengan confianza para poder superar con eficacia cada situación que se les presenta.
Estudios sobre la “resiliencia” demuestran que ésta es una condición innata y que además depende de factores adquiridos a lo largo de la vida. Las fuentes de la “resiliencia” se encuentran fuera de la familia (en terapeutas, profesores, etc.). Estas personas son quienes van a compensar las influencias perniciosas que hay dentro del núcleo familiar.
Por lo tanto, los procesos que van a ayudar a la familia a enfrentar más eficazmente las crisis y permitirle salir fortalecida de ella, pueden provenir desde el interior o el exterior de la familia. Estos aspectos están relacionados con rasgos personales, factores de protección en la familia y factores presentes en el contexto social.
Un gran optimismo, una visión positiva del mundo, una postura positiva aún ante situaciones que resulten inquietantes es un rasgo personal fundamental que debe poseer el individuo para afrontar la crisis exitosamente.
Para sostener los conflictos, crecer y aprender de ellos es necesario que la familia sea flexible, esté lo suficientemente cohesionada, su comunicación sea sincera y por último, que cuente con una red social que pueda actuar de apoyo en circunstancias desfavorables.

¿Dónde buscar apoyo?

En el punto anterior comentó sobre la forma en que las distintas familias se enfrentan a situaciones de crisis. Y se hizo hincapié en el contexto social (amigos, vecinos, familiares) como uno de los recursos favorables para superar esos momentos difíciles.

La psicoterapia familiar es de gran utilidad en el tratamiento de familias en crisis. El terapeuta cuenta con las habilidades necesarias para ayudar a la familia a resolver los conflictos exitosamente, logrando así un verdadero cambio que se adapte sus necesidades. Además aparece como un “tercero” que imparcial, y formado para cumplir tal función que presenta una visión distinta de los hechos.

Los niños frente al conflicto familiar

Los niños suelen ser los miembros más vulnerables al conflicto. Por eso la familia no vive en un estado de armonía, pueden presentar diferentes tipos de problemas como por ejemplo la disminución de la autoestima y otros problemas psicológicos (depresiones, comportamiento antisociales, entre otros).

Tratamiento

La situación de conflicto en una familia debe ser atendida de inmediato, y debe ser lo más breve posible.

Identificar y definir la tensión es el requisito previo para resolver una crisis familiar. De lo contrario se podría estar trabajando en una dirección incorrecta.
El terapeuta brindará a la familia la posibilidad de que se escuchen, cosa que suele ser poco frecuente en familias en crisis. Además les mostrará una visión diferente de la situación, a partir de los relatos, sus observaciones del grupo, la visión del mundo que tienen y sus valores; brindándoles elementos para enfrentar al conflicto. Del mismo modo, es importante una participación activa de todos los miembros en la terapia.
Uno de los objetivos de la terapia es que la familia pueda utilizar la crisis como una oportunidad y no como un obstáculo. Que pueda salir de ella fortalecida y con más recursos, que pueda crecer.
Otro de los objetivos es que la familia pueda encontrar el rumbo que perdió, que pueda ser re-encausada en el recorrido de su historia familiar.
El terapeuta deberá crear recursos en la familia, descubriendo los ya existentes y reconstruyendo redes sociales de apoyo.
Es importante aclarar que la terapia no cambia a las personas, que el terapeuta no tratará de imponer “su verdad” a la familia. Sino que brindará a la familia un alivio de la tensión. La familia misma constituye el agente de cambio, ella misma debe encontrar los recursos para salir adelante y reconocer sus limitaciones. El cambio deberá surgir de la familia, el terapeuta sólo contribuye a impulsar su desarrollo.
Para que la terapia tenga éxito y el cambio sea duradero se deben buscar nuevas pautas de organización familiar.

Bibliografía

Fernández Mouján, Octavio (1997): “Abordaje teórico y clínico del adolescente”. Buenos Aires, Nueva Visión.

Haley, Jay (1988): “Terapia no convencional”. Ed. Nueva visión.
Minuchin, S; Fishman, Charles (1997): “Técnicas de terapia familiar”. Barcelona. Paidós Terapia Familiar.

Watzlawick, Paul; Weakland, John; Fish, Richard (1995): “Cambio: Formación y Solución de los problemas humanos”. Barcelona, Herder.

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