Cuánto se ha hablado acerca de los males del cigarrillo, de las consecuencias, tomándolo como nocivo, dañino, perjudicial…

Somos testigos de tantos seres queridos  y talentos que han sido afectados, víctimas de esta adicción.

Hoy tomamos el tema, rescatando estas cuestiones, pero tenemos la intención de destacar  una mirada a los efectos positivos de cambiar este hábito por hábitos más saludables.

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La primera razón es que el fumar es altamente perjudicial para la salud. Genera deterioro en la salud en general, y empeora la calidad de vida en muchos sentidos: cuesta respirar, es más fácil agitarse, genera flema y tos crónica y puede llevar a enfermedades respiratorias de mucha más gravedad también.

Varias personas que fuman encuentran en éste hábito un precio económico
muy alto, debido a lo que significa comprar diariamente etiquetas de cigarrillos. El gusto también se ve alterado, ya que el cigarrillo contiene  sustancias que se pegan a las mucosas y cambian el sentido del gusto.

El fumar es un hábito que genera dependencia, tanto psicológica como química. La dependencia química es la relacionada a la necesidad que tiene nuestro cuerpo, es decir nuestro cerebro, de la sustancia. La nicotina es una sustancia altamente adictiva que produce que nuestro cerebro nos pida constantemente la sustancia para satisfacer la necesidad. La dependencia psicológica, por el contrario, es la que hace que relacionemos el fumar con buenos y placenteros momentos, con una compañía, con una sustancia que ayuda a relajar y calmar los nervios. El cigarrillo suele ser parte de la identidad del fumador, por lo que ésta dependencia es aún más difícil de dejar que la
dependencia química.

Sin embargo, dejar de fumar es posible y genera mucho bienestar psicológico y físico. Los beneficios físicos de no fumar se observan a los pocos minutos de no fumar, cuando ya mejora la respiración; a las pocas semanas la flema comienza a eliminarse hasta que algunos años después llega el apunto que un ex – fumador llega a tener la calidad de vida de alguien que nunca ha probado el cigarrillo.

Otros ejemplos de las mejoras son los siguientes:

20 minutos: se normaliza la presión arterial y la frecuencia cardíaca.

8 horas: mejora la oxigenación pulmonar.

48 horas: se normalizan los sentidos y el gusto.

72 horas: se normaliza la función respiratoria.
6 meses: se reducen los catarros, resfríos y bronquitis.
1 año: se reduce hasta la mitad los riesgos de infartos.
4 años: el riesgo de padecer enfermedades del corazón se iguala a la de no fumadores.
10 años: el riesgo de padecer cáncer de pulmón se iguala a la de no fumadores.

Los beneficios psicológicos son personales, pero la mayoría de quienes se han animado a dejar de fumar rescatan su fortaleza personal de combatir al cigarrillo, sienten más libertad al no depender del cigarrillo para salir de su casa, sentirse bien o pasar un buen momento. Sin duda que no es una tarea sencilla, pero quienes han atravesado la experiencia dicen que vale la pena intentarlo.

Es necesaria que la motivación sea personal y genuina, para atravesar el proceso con fortaleza, buscando apoyo en las personas más cercanas y queridas que crean que el cambio es posible.  Está demostrado que el proceso se hace más llevadero si contamos con éste apoyo.

Algunas personas pueden dejar de fumar por sí mismas, pero quienes necesiten ayuda no deben desanimarse! Consultar es un primer paso importante para comenzar.
En Córdoba contamos con un equipo de profesionales altamente recomendable que trabajan ayudando a personas a deja de fumar. A raíz de la ley 9113, se creó en Córdoba el Programa Permanente de Prevención y Control del Tabaquismo, dependiente del Ministerio de Salud de la Provincia de Córdoba.
Allí hay tratamientos grupales e individuales para dejar de fumar.
El Programa atiende en el Primer Piso del Hospital San Roque Viejo (Rosario de Santa Fé 374, Córdoba). El teléfono de contacto es (0351) 4341511.
Por Lic. Julia  Taleisnik del equipo “Múltiples Miradas”