Desde muy pequeña, quise conocer el lugar donde nacieron mis abuelos. Este año pude concretar ese sueño con el enorme placer de conocer a gran parte de mi familia italiana, y observar los mismos nombres, características fisicas, costumbres, carácter, valores, gustos, muy parecidos a quienes nacimos en Argentina. ¡Muy emocionada al ver que los mismos árboles que hay en mi patio provenían de esas tierras! Encontré higos, uvas, olivos, frutales, entre otros. Mi abuelo Miguel, luego de “hacer la primera guerra” y con las secuelas que le dejó, como muchos inmigrantes viajó con mi abuela, ilusionado a Argentina, aquí tuvieron una hermosa familia y siempre mantuvieron contacto con sus hermanos a través de cartas que aún conserva mi papá.
Tanto mis hermanos, primos, mis padres, tíos y yo queríamos conocer esas tierras a las que él y mi abuela nunca regresaron.
Esta experiencia movilizadora reparó muchas heridas que se habían formado hace casi cien años cuando la familia queda dividida por el océano.
Por esto es que les sugiero un valioso libro de Anne Ancelin Schützenberger “Ay mis ancestros” muestra de qué modo nuestros destinos se encuentran también determinados por la historia psicológica de las generaciones anteriores.
Así, el enfoque transgeneracional brinda a la Psicoterapia y al trabajo clínico, un camino para ayudar a encontrar traumas familiares sin resolver que actúan sobre las personas y los sistemas familiares al modo de “situaciones no resueltas”.
“Tenemos la posibilidad de reconquistar nuestra libertad y de salir del destino repetitivo de nuestra historia si comprendemos los lazos complejos que se han tejido en la familia”.
¡Gracias a la vida que me ha dado tanto!