Ansiedad: "Efectos sobre la Salud"

Síntomas de la Ansiedad y efectos sobre la Salud Psicofísica

La  ansiedad puede afectar significativamente múltiples facetas de la vida de cualquier ser humano, generando efectos a nivel fisiológico, cognitivo, conductual y afectivo, y condicionando su calidad de vida y el vínculo con su entorno, con sus afectos, su rendimiento en el ámbito laboral, familiar, etc.

Analizaremos por partes síntomas y efectos, que irán activando múltiples disparadores de reflexión: ¿es la ansiedad una puerta de entrada de efectos nocivos sobre nuestra salud psicofísica? ¿Qué papel juega la ansiedad en situaciones de verdadera amenaza o tensión? ¿Qué sucede cuando la ansiedad se activa indiscriminadamente, invadiendo el campo de nuestra experiencia?

 En primer lugar, hay activaciones a nivel fisiológico que le permiten al individuo en situación de peligro y amenaza real, poner en marcha los mecanismos de huida o retirada necesarios para la supervivencia.

Estas activaciones fisiológicas automáticas son llamadas respuestas defensivas: el organismo activa su sistema nervioso simpático y en consecuencia provoca los síntomas de hiperactivación como la constricción de los vasos sanguíneos periféricos, el aumento de fuerza en los músculos esqueléticos, el aumento del ritmo cardíaco y de la fuerza en la contracción y dilatación de los pulmones para aumentar el aporte de oxígeno, la dilatación de las pupilas para mejorar la visión, el cese de la actividad digestiva y el aumento del metabolismo basal, entre otros.

El hecho es que cuando sufrimos de ansiedad, estas respuestas defensivas automáticas se activan de manera errónea, en respuesta a la situación que genera el estado ansioso (no precisamente una amenaza real) originando múltiples síntomas fisiológicos perceptibles como:

  • Aumento del ritmo cardíaco, palpitaciones;
  • Respiración entrecortada, respiración acelerada;
  • Dolor o presión en el pecho y sensación de asfixia;
  • Aturdimiento, mareos, sudores, sofocos, escalofríos;
  • Nausea, dolor de estómago, diarrea, temblores, estremecimientos;
  • Adormecimiento, temblor de brazos o piernas, debilidad, mareos, inestabilidad;
  • Músculos tensos, rigidez, sequedad de boca.

Todo esto ocurre cuando sufrimos de ansiedad. Síntomas que van acompañados a nivel cognitivo con modos de interpretación lógica de la situación amenazante y ansiógena, que despiertan creencias como: miedo a perder el control, a ser incapaz de afrontar la amenaza; miedo al daño físico o a la muerte; miedo a “enloquecer”; miedo a la evaluación negativa de los demás; pensamientos, imágenes o recuerdos atemorizantes; percepciones de irrealidad o separación; escasa concentración, confusión, distracción; estrechamiento de la atención, hipervigilancia hacia la amenaza; poca memoria; dificultad de razonamiento, pérdida de objetividad.

A nivel conductual (es decir de conducta observable), una persona con síntomas de ansiedad tenderá a evitar las señales o situaciones de amenaza; intentará huir o alejarse del estímulo estresor, adoptará una actitud de agitación, inquietud e hiperventilación; incluso puede mostrar dificultades para hablar o moverse con fluidez, hasta quedarse paralizado.

Por último, las activaciones fisiológicas y cognitivas mencionadas desencadenan también respuestas afectivas que caracterizan el estado emocional de la ansiedad: nerviosismo, tensión, miedo, frustración, impaciencia, terror, angustia, etc.  Este estado emocional puede llegar a ser muy intenso, y persistir más allá de la situación ansiógena, impactando en el resto de los ámbitos de la vida del individuo.

Desde una mirada holística, la sumatoria de los aspectos fisiológicos, cognitivos, conductuales y emocionales configuran la vivencia del estado ansioso. Es por ello un desafío tomar con conciencia y seriedad esta problemática, para comprender cuáles caminos elegir para disminuir sus síntomas y efectos, y ganar en equilibrio y mayor calidad de vida.

Lic. Nancy Morán M.P. 9766 – Equipo “Múltiples Miradas”

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