Seguramente, te ha pasado en el transcurso de una charla con alguien escuchar apreciaciones de valores que van surgiendo en el transcurrir de la conversación, y luego quedarte pensando para desmenuzar contenidos que te quedan resonando…
Y preguntarte ¿Cómo será esta persona? ¿será fuerte o débil? ¿Valiente? ¿Cobarde? ¿Temerosa? ¿Animada? ¿Tímida? ¿Protagonista de su vida? ¿Expectadora de vidas ajenas? ¿ Qué conexión tendrá entre sus dos mundos? ¿Será inquieta por progresar? O ¿estará estancada y encima empantanada? ¿Sufrirá como otros de vacíos y de angustias existenciales?
¿Sentirá la necesidad de disfrutar de momentos simples y sencillos o sus conflictos pueden más que ella? No sabremos nada hasta que iniciemos una comunicación en la que predomine LA ESCUCHA.
En la medida que no la practiquemos nunca conoceremos nada de ella, serán solo preconceptos y proyecciones que nada tienen que ver con el “conocer”.
Si consideramos que sólo un 4% del universo es materia es más lo que desconocemos que lo que sabemos de él. Lo mismo sucede con las personas, tanto el primero como las segundas son materia de investigación, de acercamiento, de interés por saber más por aprender a valorar al otro ser humano.
Sólo captamos una pequeña parte hasta que nos propongamos profundizar, descubrir y aceptar una realidad que nos limita pero que al mismo tiempo nos convoca.
Intentar ver los aspectos invisibles a una mirada rápida y superflua. Una vez leí que un día se compone de una sumatoria de instantes, 86.400 decía su autor, y que pocos nos detenemos a pensarlo para dedicarle algunos de ellos a las “caricias del alma” pararnos frente a los otros como “legitimos otros” y construir junto a ellos realidades diversas y ricas en experiencias compartidas.
Por ejemplo, iniciar el día con dos o tres propósitos que nos acerquen humanamente: huir de un hábito que me lastime y lastime a otro, practicar el perdón – tarea difícil- aproximarnos con y desde el alma para compartir el sueño de alguien, tocar su mano o su hombro en un gesto solidario, comprensivo y amoroso, entonces transformamos y modificamos realidades violentas que caracterizan estos tiempos que transitamos .
Comunicar a los que nos rodean este plan, testimoniando,decirles cuanto los amamos será un modo de compartir, de anunciar tiempos de paz, serenidad, y plenitud tan necesarios como el alimento de cada día.
Lic. Beatriz Cruces
Conociéndote…mi vida halló una razón
y yo aprendí a ver el sol que nació cuando te vi
Conociéndote mi mano pudo llegar
al cielo que hay más allá de tu voz, de tu piel… César B. Pueyrredón