¿TE GUÍAN TUS PROPIOS DESEOS O LOS MANDATOS QUE APRENDISTE?
En nuestro día a día, muchas veces nos encontramos guiándonos por frases como “Debería estudiar una carrera universitaria”, “Debería salir porque es sábado a la noche”, o “Debería mantenerme siempre ocupado/a”. Pero ¿de dónde vienen estas ideas? ¿Por qué las seguimos, incluso cuando no nos hacen sentir bien o no encajan en nuestras necesidades actuales? Este artículo explora el origen de estos mandatos, conocidos en la terapia Gestáltica como “debería”, y cómo podemos aprender a identificarlos y reformularlos para vivir de manera más auténtica.
El origen de los mandatos
Los “debería” que guían nuestras decisiones no surgen de la nada. Son mandatos que hemos incorporado a lo largo de nuestra vida a través de un mecanismo psicológico conocido como introyección. La introyección ocurre cuando adoptamos sin cuestionar ideas, creencias y normas externas como si fueran propias.
Esto puede suceder de varias maneras:
- Lo que escuchamos en la infancia: Frases como “hay que ser el mejor” o “sin esfuerzo no se logra nada” pueden instalarse en nuestra mente como verdades absolutas.
- Modelos a seguir: Observamos y repetimos las formas de actuar de figuras importantes, como padres, maestros o personas cercanas. Si crecimos viendo a alguien que trabajaba incansablemente, podríamos sentir que “deberíamos” hacer lo mismo para ser valiosos.
- Experiencias personales: Situaciones que vivimos pueden reforzar ciertos mandatos. Por ejemplo, si en un momento logramos algo importante siguiendo una norma rígida, como “debo ser perfecto/a”, esa creencia puede arraigarse como un patrón.
- La cultura y el entorno: La sociedad también dicta mandatos: estudiar una carrera universitaria, tener una familia antes de cierta edad, mantener un cuerpo “ideal”.
Aunque estos mandatos muchas veces nacen con la intención de protegernos o ayudarnos a encajar, pueden volverse rígidos e inflexibles, desconectándonos de nuestras verdaderas necesidades.
El impacto de los “debería” en nuestra vida actual
Un mandato que fue útil o necesario en el pasado puede volverse obsoleto en nuestro presente. Por ejemplo:
- “Debería estudiar una carrera universitaria.” Tal vez esta idea te acompañó porque en tu familia se valoraba la educación formal como sinónimo de éxito. Sin embargo, en tu contexto actual, quizás hayas encontrado otras formas de aprender y desarrollarte que no requieren una universidad, o tal vez tus intereses han cambiado.
El problema no es tener mandatos, sino vivir con ellos de forma automática, sin detenernos a cuestionarlos. Esto puede llevarnos a:
- Tomar decisiones que no resuenan con nuestros valores o necesidades actuales.
- Ignorar nuestras emociones o señales internas, como el cansancio o el deseo de cambio.
- Experimentar frustración o culpa al no cumplir con los mandatos.
Identificar los mandatos: el primer paso para el cambio
El primer paso para manejar los “debería” es identificarlos. Esto implica un ejercicio de registro y reflexión. Podés comenzar preguntándote:
- ¿Qué debería estoy siguiendo ahora? Por ejemplo: “Debería ser más productivo/a”.
- ¿Qué me dice este mandato? Muchas veces detrás de un “debería” hay un temor o una creencia como: “Si no soy productivo/a, no valgo.”
- ¿De dónde viene este mandato? Pensá si lo escuchaste de alguien, si lo viste en tu entorno o si lo asumiste como propio.
- ¿Tiene sentido en mi vida actual? Es fundamental cuestionar si el mandato todavía es útil o coherente con tus valores.
Reformular los “debería”
Una vez que identificás un mandato, el siguiente paso es reformularlo. Esto no significa eliminarlo por completo, sino flexibilizarlo para que tenga sentido en tu contexto actual.
Por ejemplo:
- Mandato inicial: “Debería salir porque es sábado a la noche.”
- Reflexión: “Salir me permite socializar, pero también valoro descansar.”
- Reformulación: “Puedo salir los sábados, excepto cuando necesito descansar.”
Otro ejemplo:
- Mandato inicial: “Debería estudiar una carrera universitaria.”
- Reflexión: “Mis intereses ahora están en aprender de manera más práctica.”
- Reformulación: “Valoro el aprendizaje, y puedo explorarlo de otras formas, como talleres o cursos.”
La clave está en incluir excepciones o condiciones que permitan respetar tus necesidades y valores. Esto genera una mayor sensación de libertad y autenticidad.
¿Por qué cuesta tanto dejar ir los “debería”?
Soltar o flexibilizar los mandatos no siempre es fácil, porque suelen estar ligados a emociones como el miedo, la culpa o la vergüenza. Por ejemplo:
- Miedo a la desaprobación: “Si no hago esto, ¿qué van a pensar de mí?”
- Culpa: “Si no cumplo con este mandato, estoy fallando.”
- Vergüenza: “¿Y si los demás se dan cuenta de que no soy como debería ser?”
Estas emociones pueden ser muy intensas, pero son una señal de que estás tocando algo importante. En esos momentos, puede ser útil recordarte que:
- No todos los mandatos son universales; lo que es válido para alguien más no necesariamente lo es para vos.
- Reformular un mandato no te hace menos valioso/a; te permite cuidarte mejor.
Los mandatos como herramientas, no reglas absolutas
Es importante entender que los mandatos no son intrínsecamente malos. De hecho, muchos de ellos nacieron con la intención de protegernos o guiarnos en momentos de incertidumbre. Por ejemplo, el mandato “Debería estudiar para tener un futuro mejor” puede haber sido crucial para alguien que buscaba estabilidad económica.
El desafío está en no permitir que estos mandatos se conviertan en reglas rígidas. Una forma de lograrlo es verlos como herramientas que podés ajustar según las circunstancias.
El acompañamiento en terapia
La terapia es un espacio ideal para trabajar con los “debería”. Un profesional puede ayudarte a identificar tus mandatos, entender su origen y explorar cómo reformularlos. Además, podés trabajar en las emociones asociadas, como la culpa o el miedo, para liberarte de las cargas innecesarias.
En la terapia Gestáltica, se hace hincapié en integrar estas partes de nosotros mismos, permitiendo que convivan los mandatos con nuestras necesidades actuales, en lugar de que uno excluya al otro.
Conclusión
Vivir de manera más auténtica implica cuestionar los “debería” que guían nuestras decisiones. Identificar su origen, reflexionar sobre si siguen siendo útiles y reformularlos son pasos clave para alinearlos con nuestras necesidades y valores actuales.
Recordá que no se trata de eliminar los mandatos, sino de darles un lugar más flexible en tu vida. Al hacerlo, podés recuperar la libertad de elegir desde un lugar más consciente y cuidado.
¿Qué “debería” te está guiando hoy? ¿Y cómo podrías reformularlo para vivir más en sintonía con vos mismo/a?