Cada vez son más los hombres que hojean una revista femenina, se enganchan con alguna novela, una romántica obra de teatro, un libro de autoayuda o se conmueven viendo algún drama en el cine. Son muchos los que se emocionan y ya no ocultan sus lágrimas ante las primeras palabras de un hijo, o al ver sus primeros pasos. Atrás quedó el mito “los hombres no lloran,” mandato que –implícita o explícitamente- enseñaban las mamás de generaciones no tan lejanas y que cumplieron al pie de la letra quienes no querían mostrar debilidad.
Desde hace un tiempo, ellos están más atentos al cuidado personal y a la moda, compartimos centros de estética y otros ámbitos que antes eran exclusivamente femeninos. Incursionaron en profesiones donde tradicionalmente prevalecían mujeres. Se animan a emprender, a vivir solos, saben cuidarse, conectarse con su cuerpo, con la naturaleza y su espíritu. Se interesan por conocer sus emociones y se permiten expresarlas. Van a terapia, se analizan, comparten charlas con amigos y se enriquecen con series televisivas acerca de medicina o vínculos de pareja.
Los padres de hoy, están dejando de ser los que sólo llevan a los varones a la cancha y ponen límites estrictos, para dar paso a una relación más flexible con sus hijos. Acuden sin reparos a asistirlos en los pañales, las tareas, los eventos escolares, algún cumpleaños, participan y opinan en las consulta médicas.
En cuanto a la terapia, mi experiencia confirma que los hombres igualan o superan a las mujeres, muestran apertura a escuchar una sugerencia, admiten errores, aprenden, se superan y saben dar gracias por el aporte que reciben.
Sí, los hombres ya no temen mostrarse vulnerables. Y esta exteriorización de sus sentimientos no los hace menos masculinos, por el contrario, una mezcla de madurez y ternura los hace más atractivos e interesantes. Socialmente se reprueba al autoritario, y legalmente, se condena al que maltrata. Muchos valores cambiaron y hoy, el respeto se obtiene con coherencia de vida, no con amenazas.
Algunas mujeres me preguntarán “¿Dónde están esos hombres?”, yo les respondo ¿Dónde estás buscando?
¿Qué buscás, cómo lo hacés? ¿Cómo te relacionas con tu compañero? A veces pedimos sensibilidad y ante ella, nos admiramos, quedamos sorprendidas, y ¡cuestionamos hasta la sexualidad!. También como mujeres fuimos criadas en esos mandatos, fuerte = no llorar = protección = masculinidad. Por un lado, nosotras, al ocupar nuevos roles, debemos mostrar una imagen segura, fuerte. Por otro, los hombres, alternan y ensayan roles en el hogar, y como conjunto haciendo malabares vamos construyendo nuevos modelos como sociedad.
Somos responsables del cambio. De complementarnos, de alternar roles, de compartir y no competir. De educar a nenas y varones que sepan aprovechar la igualdad y más aún, las diferencias. Es mi anhelo que asumamos este compromiso.
¡Muchas Felicidades! ¡Exitos!
Nota publicada en Revista Bella Nov. Dic.- 2010