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Te mordés las uñas, comés en exceso grasas, mucho chocolate, cigarrillos, alcohol, tenés bloqueos, falta de concentración, movimientos torpes, sensación de extrañeza, descuidos, olvidos, rumiaciones… estás padeciendo ANSIEDAD… habría que evaluar motivos y aprender a buscar alternativas saludables. Beatríz nos acerca una posibilidad de reconocer si necesitamos ayuda profesional y un panorama general del tratamiento. Estamos a tu disposición, consultanos 🙂
Integrando aportes, incluímos las neurociencias para el control de la ansiedad… GRACIAS BEATRIZ 🙂
Muchas veces nos preguntamos: ¿cómo controlar la ansiedad? ¿Cómo hacer para no padecer de la ansiedad ajena? Cuando alguien se “descarga” descontroladamente sobre nosotros, teniendo que soportar la “verborragia” que nos depositan sobre nuestras emociones, dejándonos en medio de un mar de palabras, que con frecuencia podemos hasta sentirlas ajenas a nuestros intereses o conocimientos.
Así como existen alimentos que nos hacen mal, existen pensamientos que nos perturban y perjudican.
Aprender a dosificarlos será nuestro objetivo. Las neurociencias nos invitan a reemplazar programas o patrones de pensamiento, que introducimos en el cerebro detectando ideas irracionales y tóxicas, permitiéndonos una sustitución sana mediante la inclusión de otros pensamientos.
No es tarea fácil descubrirnos en lo “irracional” LO QUE NO NOS AYUDA A UNA CONDUCTA APROPIADA , o respuestas retroalimentadoras, que hacen al mejor funcionamiento del cerebro, o a la producción de pensamientos sosegados, sanos y optimistas.
Estuve asistiendo el año pasado, a un seminario de Asiba-Asociación sistémica de Buenos Aires- en el cual se presentaron dos categorías de pensamientos: PENSAMIENTOS DAÑINOS versus PENSAMIENTOS SALUDABLES por ejemplo: en el tratamiento cognitivo-conductual de la depresión mostrar al paciente la forma de reemplazar unos por otros. Por ejemplo: “me siento mal, no tengo ganas, no confío en mi estar bien” Pertenece a la categoría de pensamientos dañinos, destructivos que hacen que la persona se sienta mal y sin el sentimiento de confianza o seguridad básica, en lugar de pensar en su reemplazo por otro pensamiento saludable que le ayudaría a confiar en sí mismo: “puedo tener optimismo frente a cada situación que tengo que enfrentar” “voy a poder con esto” “tengo modos de superarlo”.
Los pensamientos NECESARIOS, dentro de la categoría de saludables, ayudan a hacer lo que se necesita hacer. Por ej. “para saber si tengo SIDA necesito chequeos de sangre, para evitarlo debo cuidarme”.
También esta categoría incluye los pensamientos POSITIVOS, que hacen que la persona se sienta mejor. EJ: “las cosas ahora parecen estar mal, pero al menos estoy haciendo algo para cambiarlas.”
Los PENSAMIENTOS NEGATIVOS sólo provocan malestar: “en mi vida sólo tengo problemas y no hay remedio” que pueden suplantarse por los POSITIVOS, “las cosas no están bien pero por lo menos hago algo para cambiarlas”.
¿Qué podríamos proponer entonces? De acuerdo al conocimiento que nos ofrecen las neurociencias, el ejercicio de suplantar unos pensamientos por otros, que nos brinden zonas de “bien estar” más allá de lo que la comodidad nos dicte, puesto que somos proclives a repetir “patrones de pensamiento usuales” y “perpetuantes” que no generan cambios de conducta.
Práctica que no muy frecuentemente podemos realizar solos, por eso agregarle una ayuda profesional a tiempo que nos aleje de “rutinarias respuestas” es el camino que nos permitirá dominar nuestras conductas para llevarlas a esquemas de pensamiento flexibles y alejados de rigideces incompatibles con los cambios.
“NADIE PUEDE HACERTE SENTIR INFERIOR, SIN TU CONSENTIMIENTO”
E. Roosevelt.
Lic. Beatriz Cruces
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